Lectura: Juan 19- 8, 11
Reflexión:
“Tu no tendrías sobre Mí ninguna autoridad, sino la hubieras recibido de lo alto.”
¡Cuánto haría falta hacer recordar ésta frase a muchos, que pretenden tener poder aquí en la tierra y no elevan su mirada al corazón de Jesús, el único Maestro verdadero que tiene sabiduría eterna! ; ¡Cuántos Poncio Pilatos que se pueden encontrar en nuestro alrededor!, que revisten las leyes “como algo bueno”, para evitar contras, aún sabiendo que hay alguien superior que ve todo y sabe todo, pero no atienden a Él por miedo a perder poder, dinero, o ¡Solo por miedo! O muchas veces por la tiniebla del pecado.
Dios mismo nos dio poder cundo nos bendijo diciendo: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, las aves del cielo y todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra” (Gn. 1, 28); sólo que nosotros no entendemos esa libertad y ese poder que Dios nos dio y siendo así, pecamos; como Adán y Eva que quisieron ser conocedores del bien y del mal pero refiriéndose a: “Yo digo lo que está bien y lo que está mal”.
Es difícil poder vivir verdaderamente si no se conoce primero a Dios, su sentido y a su vez el del pecado, porque así jamás llegaremos a verlo. Esto es lo que sucede hoy en nuestra sociedad, las tinieblas del pecado impiden que se vea a Dios y se lo comprenda, y así suceden tantas cosas: la mala educación, la leyes que van en contra de la propia naturaleza, un país que se deja llevar por el Relativismo y el Naturalismo (como vimos la semana anterior) y tantas otras cosas.
Para esto nos unimos en oración esta semana, para pedir a Dios, como decía Juan Pablo II: “(...) un obrar con conciencia, de parte de nuestros políticos, en todas las circunstancias para - escribir la ley divina en la vida de la ciudad eterna- (GAUDIUM ET SPES, 45), es decir, en las costumbres y en las leyes, que respetan de un modo especial a la persona humana en sus derechos y valores fundamentales, según las enseñanzas del Magisterio eclesiástico.”, para que sepan entender que, cuando las cosas temporales, no son orientadas a Dios; ya ni siquiera son referidas al hombre, sino que entran en oposición a él, (discurso del Papa Juan Pablo II al Movimiento Eclesiástico de Compromiso y Cultura).
(Meditamos unos minutos en silencio)
Oración de los fieles:
A cada intención respondemos: “Jesús Misericordioso, escucha nuestra oración”
U: Para que el Señor ilumine a nuestros gobernantes y así lleven a nuestra querida Argentina a la prosperidad siempre imitando a María Santísima.
Oremos...
U: Para que cada gobernante actúe con conciencia, y respete de un modo especial a la persona humana en sus derechos y valores fundamentales.
Oremos...
U: Para que cada uno de nosotros, desde nuestro lugar, obremos de un modo eficaz y participemos de una mejor manera en nuestra misión apostólica.
Oremos...
U: Oremos:
Jesús Misericordioso, que nos salvaste muriendo en la Cruz por nuestros pecados, y nos alegraste con tu Resurrección, concédenos que imitando a tu Madre María Santísima, demos a conocer de un mejor modo el Evangelio. Por Cristo nuestro Señor.
T: Amén.
* Rezo de la Coronilla
* Oración por la Patria
* Canto a Jesús Misericordioso: Ej.: “Cristo Jesús”
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